Desde que decidimos ir, la emoción no paraba de crecer. Planeamos todo con anticipación: dónde alojarnos, qué actividades hacer, ¡todo!
El viaje hacia la montaña fue una aventura en sí misma. El paisaje de camino a Sierra Nevada era impresionante, con esas montañas nevadas que te dejaban sin aliento.
Cuando llegamos, el ambiente era increíble. El aire fresco y puro, el olor a nieve… ¡todo era perfecto!
Pasamos el día esquiando y haciendo snowboard. Las pistas eran geniales y los remontes nos llevaban a las cumbres más altas. ¡Fue una diversión total!
Después, nos relajamos en los bares y restaurantes, disfrutando de la comida deliciosa y compartiendo anécdotas del día.
Pero lo mejor fueron los atardeceres. ¡Eran espectaculares! El sol se ocultaba detrás de las montañas y el cielo se llenaba de colores cálidos. ¡Fue mágico!
Y por las noches, nos tumbábamos bajo las estrellas. La vista era increíble, sin nada que interrumpiera la vista de esos millones de estrellas brillando en el cielo.
En resumen, mi experiencia en Sierra Nevada fue inolvidable. ¡Definitivamente quiero volver pronto!